Bueno, hoy vamos a resolver un problema que nos puede arruinar una buena toma cuando hay demasiado contraste entre unas zonas y otras. Y es que los sensores, como nuestros ojos, también necesitan moverse en unas determinadas cantidades de luz: si hay poca, nos perderemos detalles; si hay demasiada, se deslumbrará y también perderemos.
Como ejemplo nos servirá esta imagen, muy conocida por tratarse de la zona más emblemática del Pilar de Zaragoza. La realicé para una entradilla de mi libro sobre la basílica (podéis enlazar con la página web y verlo). Es una estampa que habréis visto muchas veces publicada en libros, postales o en Internet, pero todas presentan este problema de zonas quemadas o subexpuestas. Naturalmente quiero lo mejor para mis libros, así que… así la hice.
La técnica es sencilla, aunque como todo, si queremos un resultado profesional, hay que ponerse.
Necesitamos dos herramientas: una cámara réflex y un trípode. Si tenemos un mando de control remoto o disparador de cable, mejor, pero no es imprescindible, aunque los hay muy económicos.
1º- Podemos medir la luminosidad de la escena en modo matricial (el más empleado en digital y el que nos sacará una media). Recomiendo el dial en modo “prioridad de abertura” para darle la profundidad de campo que necesitemos. La velocidad se ajustará en función de la cantidad de luz ambiente disponible.
2º- Activamos el “braketing” de 3 disparos, con una variación de 2 pasos de luz (casi todas las réflex digitales ya lo llevan). De este modo, la cámara realizará el primer disparo normal. El segundo lo subexpondrá 2 pasos por debajo del primero, y el tercero lo sobreexpondrá 2 pasos por encima, también del primero. Así podremos coger de cada toma la parte que esté bien expuesta. No hace falta decir que nada debe moverse, ni la cámara, ni cuanto haya delante, pues al montar las capas habría un desplazamiento indeseado. Si no tenemos la función de braketing, podemos hacerlo en modo manual; eso sí, todos los movimientos tienen que hacerse con mucha delicadeza si queremos que las capas encajen perfectamente.
3º- Activamos el "retardo de la exposición". Es la función que utilizamos en las fotografías nocturnas o en las exposiciones largas (cada marca y modelo tiene el suyo y es cuestión de buscar en el menú o en el manual). Sustituye la función de levantar el espejo cuando tirábamos en analógico –qué tiempos-. Pero mientras estaba levantado nos quedábamos sin imagen en el visor. Para evitarlo, lo que hace esta opción es que el espejo se levanta un segundo antes de que se abra el obturador. Con esto se evita que el golpe del espejo produzca un movimiento mientras el sensor está grabando, y que luego se traduce en una leve sensación de desenfoque que ya no tiene solución.
4º- Encuadramos y disparamos las 3 veces. Si no tenemos control remoto o disparador de cable lo haremos con el temporizador (la presión con el dedo sobre el disparador puede ser peor que el movimiento del espejo), así que, delicadeza, pues en la pantalla de la cámara no se apreciará, pero cuando la abramos en el ordenador ¡sorpresa!
Ya tenemos lo que necesitamos: una normal, una subexpuesta y otra sobreexpuesta. Hala, al laboratorio.
PHOTOSHOP
Se supone que hemos tirado en RAW ya que queremos aprovechar al máximo nuestra máquina. Abrimos y seleccionamos las tres fotografías en “Camera Raw” y las editamos a la vez para que no haya diferencias de balances entre unas y otras.
1º- Una vez abiertas en Photoshop, analizamos qué partes están mal expuestas en la primera de las tres. En este caso, el grupo escultórico de la izda. realizado en mármol blanco e iluminado con dos potentes focos –líneas rojas- está quemado (muy sobreexpuesto). La escena central –línea verde- está subexpuesta y no permite ver bien los detalles. Y la hornacina de la Virgen -línea azul-, tiene una exposición correcta, pero al resto de la imagen habrá que subirle un poco la luminosidad.
2º- Manteniendo pulsada la tecla “mayúsculas” arrastramos la segunda foto (la subexpuesta) con la herramienta “mover” dentro de la primera y se nos situará perfectamente encima como una capa. Ahora sólo tenemos que coger la herramienta “borrador” y con el diámetro y la dureza que consideremos borramos de esta capa todo lo que está mal expuesto; en este caso, sólo dejaremos el grupo escultórico.
3º- Repetimos la misma operación con la tercera fotografía (la sobreexpuesta), que se nos colocará en la capa superior del sandwich. Borramos ahora las partes sobreexpuestas y dejamos, en este ejemplo, sólo la escena central.
Es conveniente dejar abierta la paleta “capas”, porque ahora podremos hacer un ajuste más fino tocando los niveles de cada capa independiente y dejar el conjunto perfecto.
4º- Acoplamos las capas en una sola y le damos el último paso: el enfoque. Personalmente recomiendo el “enfoque suavizado”, ya que la máscara de enfoque es muy agresiva. Suelo trabajar en una cantidad de 200 a 300%, y un radio de 0’3 a 0’5, pero eso puede variar en función de la cámara, sensibilidad, condiciones de luz, etc...
El resultado será una fotografía natural, bien expuesta en su conjunto, pero sin la extraña sensación de un HDR.
Y contra mejor queremos hacer las cosas más a menudo nos ronda la compañía de Murphy, y en esta ocasión, no iba a ser menos. Así que la primera vez que realicé esta toma coincidía con la Semana Santa, y el manto de la Virgen era de un color morado (arriba) poco favorecedor a mi entender. De manera que tuve que esperar a que pasaran tan festivos días hasta que le pusieron un manto más fotogénico para la portadilla del capítulo en cuestión. El cielo y el título fueron el adorno final.
Como veis, ahora se aprecian los detalles en todas las zonas de la imagen, y el mensaje visual que nos transmite, es la misma imagen que recordaríamos si hubiéramos estado allí.
Felices fotos.
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